Nunca, hasta hoy, una reforma había sido tan aclamada.
Nuestra fachada de los años 80 ha pasado a la historia. Y esta historia es la nuestra, la de un hotel de familia y para familias que pasaban largos veranos en Benicàssim. Donde los representantes, ahora "comerciales", eran los reyes del invierno y acompañantes necesitados de tratamientos en el termalismo pasaban esas eternas estancias que hoy son realidades de nuestra infancia.
Nada más lejos del actual Benicàssim.
Pero ese pequeño Bosquemar lucía su estrella en el luminoso de cuadros azules y naranjas en medio del pueblo. Y lo ha hecho desde
hace 4 décadas.
Y el tiempo pasa y todo cambio es necesario. Detrás quedaron los ladrillos rojos de la fachada y el luminoso falto de algunas letras que el "viento de Benicàssim" se había llevado hace algún tiempo.
No se ha tratado de botox, implantes o algo tan artificial que enganyara u ocultara nuestro pasado. Blanco y negro, sin alardes.
Letras metálicas y un punto negro que recuerda nuestra estrella, nuestra "buena estrella".
Gracias a todos los que habéis convertido nuestro trabajo en SATISFACCIÓN, por incorporar en nuestro vocabulario la palabra "enhorabuena".
Vosotros juzgáis.